domingo, 10 de marzo de 2013

Somos una.


Son dos que a la misma vez se convierten en una.
Son dos que piensan como una.
Son dos con los gustos de una.
Son dos que comparten más que si fueran cinco.
Son dos que sueñan,
que viven,
que enamoran,
que ríen,
que viajan,
que se acompañan,
que se emborrachan,
que se quieren, (con toda la profundidad y veracidad que le puedas encontrar a esta palabra)
que duermen,
Juntas.

Son  cosas de la edad (con eso ellas lo matizan todo)

¿Has reído hasta llorar o no poder respirar y que solo salga un soplo de aire tan fino como un hilo de coser?  Ellas sí.
¿Has estado en el maravilloso momento en el que la cara de rabia y dolor pasa a ser de felicidad y alegría en tan solo unos mágicos segundos?
Ellas sí.
¿Planeas cada segundo futuro de tu vida con alguien?
Ellas sí.

¿De qué hablarán? ¿Qué harán? ¿Porqué? ¿Cómo se llega a eso? ¿Todos tienen a alguien así?

¿Todos serán tan felices como ellas? 
¿Todos tendrán la misma sobredosis de felicidad que llega a confundirse con locura?

Me atreví a preguntar. Me lo dijeron: - Somos una.

No necesité más.

Las vi, lo supe. Eran felices. 


Para esas amigas, más que amigas, hermanas.
Más que hermanas.

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